Los berrinches infantiles no son simples caprichos. Detrás de gritos, llanto y patadas, hay procesos cerebrales que explican estas explosiones emocionales. Comprender qué ocurre en el cerebro ayuda a familias y docentes a manejar mejor estas situaciones.
En la Maestría en Neuropedagogía de la Universidad CESUMA se estudia cómo estas conductas reflejan la maduración del sistema nervioso y cómo transformarlas en oportunidades de aprendizaje.
¿Qué es un berrinche desde la neurociencia?
Un berrinche es una respuesta emocional intensa y descontrolada. Surge ante frustración, cansancio o miedo, cuando el niño aún no cuenta con las herramientas de autorregulación necesarias.
En términos neurocientíficos, es el resultado de un desequilibrio entre el sistema límbico (que gestiona emociones) y la corteza prefrontal (encargada del autocontrol).
El sistema límbico: motor de la emoción
La amígdala, parte del sistema límbico, interpreta la frustración como amenaza. Durante un berrinche:
- Se activa el eje del estrés.
- Se liberan cortisol y adrenalina.
- El cuerpo reacciona con taquicardia, respiración agitada y tensión muscular.
El niño vive una auténtica tormenta interna difícil de controlar.
La corteza prefrontal: aún inmadura
La corteza prefrontal regula impulsos y permite razonar. En los niños pequeños está en pleno desarrollo, lo que explica su dificultad para calmarse por sí mismos.
Aquí el adulto cumple un rol clave: ser un “cerebro auxiliar”, ofreciendo calma y contención hasta que el niño pueda autorregularse.
¿Por qué los berrinches son más frecuentes en los 2 a 4 años?
- La amígdala es muy activa.
- La corteza prefrontal aún no madura.
- El lenguaje y el pensamiento simbólico están en desarrollo.
Por eso, entre los 2 y 4 años los berrinches son más comunes. Conforme crecen, los niños adquieren habilidades que reducen su frecuencia, aunque pueden reaparecer en momentos de estrés o sobrecarga.
¿Qué ocurre en el cerebro paso a paso durante un berrinche?
- Disparador: cansancio, hambre, negación de un deseo.
- Amígdala activa: interpreta amenaza.
- Liberación hormonal: cortisol y adrenalina.
- Bloqueo prefrontal: el niño no puede razonar.
- Explosión emocional: llanto, gritos, resistencia.
- Descarga y agotamiento: calma tras la tormenta.
¿Qué dice la investigación científica?
Un artículo en Developmental Cognitive Neuroscience explica que los berrinches se deben a la hiperactivación de la amígdala y a la inmadurez prefrontal en la infancia. Además, señala que la co-regulación del adulto fortalece las redes neuronales de autorregulación..
Berrinches y aprendizaje
Cada berrinche puede convertirse en una oportunidad pedagógica:
- Al recibir calma externa, el niño aprende a identificar sus emociones.
- El cerebro practica conexiones entre corteza prefrontal y sistema límbico.
- Se construyen bases para la autorregulación emocional y social.
Estrategias educativas para acompañar berrinches
- Mantener la calma: gritar activa más la amígdala del niño.
- Nombrar emociones: “entiendo que estás enojado” vincula emoción con lenguaje.
- Contención física segura: abrazar sin invadir brinda seguridad.
- Esperar el momento oportuno: hablar solo cuando el niño se calme.
- Reflexión posterior: enseñar alternativas de expresión emocional.
Riesgos si los berrinches no se acompañan bien
- Patrones de desregulación emocional.
- Refuerzo de gritos como medio de obtener atención.
- Problemas escolares: baja tolerancia a la frustración, conflictos sociales y bajo rendimiento.
La mirada de la neuropedagogía
La neuropedagogía interpreta los berrinches como procesos de maduración cerebral, no como “mal comportamiento”. En el aula, implica integrar la educación emocional al currículo, enseñando que aprender también es aprender a regularse.
La Maestría en Neuropedagogía de la Universidad CESUMA
Este programa forma profesionales capaces de:
- Analizar procesos neurobiológicos de la emoción.
- Diseñar intervenciones que fortalezcan la autorregulación.
- Integrar acompañamiento emocional en las aulas.
- Transformar la práctica docente con base en evidencia científica.
Conoce más sobre la Maestría en Neuropedagogía.
Preguntas guía para reflexionar
- ¿Interpreto los berrinches como caprichos o como parte de la maduración cerebral?
- ¿Cómo acompaño a los niños en sus explosiones emocionales?
- ¿Qué prácticas de mi aula puedo ajustar para convertir berrinches en aprendizajes?
- ¿Estoy preparado para investigar estos procesos desde la neuropedagogía?
Conclusión: los berrinches como oportunidades
Los berrinches infantiles son la expresión visible de un cerebro en construcción. La amígdala domina, la corteza prefrontal cede y la emoción desborda. Comprender este proceso cambia la forma de educar.
En lugar de verlos como interrupciones, podemos aprovecharlos como oportunidades para fortalecer la regulación emocional y el aprendizaje social. La Maestría en Neuropedagogía de la Universidad CESUMA prepara a los profesionales para acompañar este desafío con ciencia, empatía y creatividad.