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¿Sirve el ejercicio físico para mejorar la concentración?

El movimiento no solo fortalece el cuerpo, también estimula el cerebro. Descubre cómo el ejercicio físico potencia la atención, la memoria y el aprendizaje desde la mirada de la neuropedagogía.

¿Qué relación existe entre cuerpo y mente?

Durante mucho tiempo, la educación separó el movimiento del pensamiento. Se creía que aprender era una actividad exclusivamente mental y que el cuerpo debía permanecer quieto para concentrarse. Sin embargo, la neurociencia contemporánea ha demostrado que esta idea es falsa. El cuerpo y el cerebro funcionan como un sistema integrado: cuando nos movemos, activamos procesos biológicos que mejoran la cognición, la atención y la regulación emocional.

El ejercicio físico, lejos de distraer, prepara al cerebro para aprender mejor. La neuropedagogía estudia justamente esta conexión: cómo los estados corporales, emocionales y neuronales se entrelazan en la construcción del conocimiento.

¿Qué ocurre en el cerebro cuando hacemos ejercicio?

Cada vez que el cuerpo se activa, el cerebro también lo hace. Durante el movimiento, se liberan neurotransmisores como la dopamina, la noradrenalina y la serotonina, sustancias que mejoran la motivación, el estado de ánimo y la claridad mental.

Además, aumenta el flujo sanguíneo y la oxigenación cerebral, lo que favorece la conexión entre neuronas y la neuroplasticidad, la capacidad del cerebro de crear y reforzar nuevas redes sinápticas.

Diversos estudios de resonancia magnética funcional muestran que, tras realizar actividad física, se incrementa la actividad en el hipocampo (clave en la memoria) y en la corteza prefrontal (responsable de la planificación y la concentración). En consecuencia, las personas que practican ejercicio con regularidad presentan mayor capacidad de atención sostenida y mejor rendimiento académico.

Un artículo publicado en Frontiers in Human Neuroscience respalda estos hallazgos al señalar que el ejercicio aeróbico regular mejora las funciones ejecutivas y la memoria de trabajo, esenciales para el aprendizaje complejo. Puedes consultar el estudio completo aquí: Physical Exercise Improves Executive Function and Working Memory.

¿Qué tipo de ejercicio mejora la concentración?

No todos los ejercicios estimulan el cerebro de la misma manera. La evidencia científica sugiere que los más beneficiosos para la concentración son los aeróbicos moderados, como caminar a paso rápido, correr, nadar o montar en bicicleta. Estos movimientos rítmicos estimulan la circulación cerebral y favorecen la producción de BDNF (factor neurotrófico derivado del cerebro), una proteína que fortalece las neuronas y las protege del deterioro.

Por otra parte, las actividades que combinan coordinación y atención —como el baile, el yoga o las artes marciales— activan simultáneamente áreas motoras, sensoriales y cognitivas, lo que potencia la concentración y el autocontrol. Incluso breves pausas activas dentro del aula mejoran la atención de los estudiantes y reducen la fatiga mental.

¿Cuánto ejercicio se necesita para notar resultados?

No es necesario pasar horas en el gimnasio. Bastan 20 a 30 minutos de actividad física moderada para observar mejoras inmediatas en el foco atencional. Los efectos agudos duran entre una y dos horas después del ejercicio, pero la práctica regular genera beneficios sostenidos: mayor agudeza mental, mejor gestión del estrés y un sueño más reparador.

La clave es la regularidad, no la intensidad. Incorporar el movimiento como hábito diario, caminar al trabajo, usar escaleras, practicar respiración activa o estiramientos entre tareas, mantiene al cerebro en un estado óptimo para aprender.

¿Qué papel juega el ejercicio en la educación?

En los entornos educativos, el ejercicio físico debería entenderse como una herramienta pedagógica, no como un simple recreo. Los programas escolares que incluyen movimiento antes o durante las clases muestran mejores niveles de atención, disciplina y participación.

Desde la neuropedagogía, el movimiento se considera una vía de aprendizaje: moverse favorece la codificación de la información, la memoria y la autorregulación emocional. Por eso, se promueven estrategias como:

  • Pausas activas para romper la fatiga cognitiva.
  • Juegos motores vinculados con los contenidos académicos.
  • Entornos flexibles donde el alumno pueda desplazarse, explorar y cooperar.

Estas prácticas integran lo corporal con lo cognitivo, y fomentan una educación más natural y cerebralmente coherente.

¿Por qué el movimiento mejora la concentración?

El cerebro necesita equilibrio entre activación y control. El ejercicio físico ayuda a regular ese balance. Después de moverse, la atención se vuelve más estable y la mente menos dispersa. Esto se debe a que el movimiento modula la actividad del sistema reticular activador ascendente, responsable de mantenernos alerta.

Además, al liberar dopamina y endorfinas, el ejercicio reduce la ansiedad y el exceso de pensamientos distractores. El resultado es un estado mental más enfocado, donde la concentración surge de forma fluida y natural.

En términos neuroeducativos, esto significa que la atención no se impone, se prepara. Y el movimiento es uno de los medios más eficaces para hacerlo.

¿Qué implica esto para los docentes y las instituciones educativas?

El hallazgo de que el ejercicio mejora la concentración exige replantear las prácticas escolares y universitarias. Las clases prolongadas y estáticas favorecen la desconexión neuronal. En cambio, las metodologías activas, basadas en la experiencia, el juego y la exploración, estimulan el aprendizaje profundo.

Incorporar dinámicas de movimiento, actividades al aire libre y pausas cerebrales es una estrategia basada en evidencia. Los docentes formados en neuropedagogía pueden diseñar entornos que respeten los ritmos cerebrales y corporales del aprendizaje.

Preguntas frecuentes sobre ejercicio y concentración

  • ¿El ejercicio físico mejora la memoria además de la concentración?
    Sí. El movimiento estimula el hipocampo, región cerebral clave para la memoria a largo plazo, y mejora la capacidad de retener y recordar información.
  • ¿Qué hora del día es mejor para ejercitarse y estudiar?
    Los estudios sugieren que ejercitarse por la mañana mejora el rendimiento cognitivo durante las horas siguientes. Sin embargo, lo importante es la constancia, más que la hora.
  • ¿El ejercicio intenso tiene los mismos beneficios?
    El ejercicio moderado es el más beneficioso para la concentración. La actividad intensa puede aumentar el estrés fisiológico y disminuir temporalmente el enfoque mental.
  • ¿Pueden los niños y adolescentes mejorar su atención con el deporte?
    Definitivamente. La actividad física regular favorece la autorregulación emocional, la concentración y el rendimiento escolar en niños y jóvenes.
  • ¿Dónde puedo encontrar más información científica sobre este tema?
    Consulta el portal de la Frontiers in Human Neuroscience y los estudios de la American Psychological Association (APA) sobre ejercicio y salud mental.

Conclusión: un cerebro activo necesita un cuerpo en movimiento

La ciencia lo confirma: moverse mejora la concentración, la memoria y la creatividad. El ejercicio físico no compite con el estudio, lo complementa. La educación del futuro será integral o no será: cuerpo y mente, emoción y pensamiento, ciencia y experiencia.

Si deseas comprender en profundidad cómo el movimiento, las emociones y la neurobiología se integran en el aprendizaje, conoce el Doctorado en Neuropedagogía de la Universidad CESUMA. Este programa te formará para investigar, innovar y transformar la enseñanza desde la base cerebral del conocimiento humano.

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